LA PÍLDORA
DEL DÍA DESPUÉS ES ABORTIVA
Dictamen
del Instituto de Bioética de la Facultad de Posgrado en
Ciencias
de la Salud, de la U.C.A., sobre la “píldora del día
después”
A) Desde
el punto de vista técnico: Este fármaco provoca una alteración en el transporte
tubárico y también una des-sincronización en la maduración del endometrio según
lo informa el mismo laboratorio que elabora y comercializa estas píldoras (ver:
www.gador.com.ar). Esto significa que el efecto buscado, es inhibir la habilidad
del endometrio para la anidación del embrión humano. Si la píldora es tomada en
el período periovulatorio, impide el normal desarrollo y progreso del embrión
humano, lo que elimina las posibilidades de supravivencia de dicho embrión, que
ya está presente.
Durante
todo el ciclo menstrual dos eventos importantes se producen en el sistema
genital de la mujer: la maduración y salida de un óvulo del ovario, con el
objeto de que sea fecundado y la preparación del endometrio uterino para la
anidación del bebe. El endometrio está en su mayor nivel de receptividad en el
periodo posovulatorio, de tal manera que si existe la
fecundación, esta
receptividad será máxima, facilitando naturalmente el proceso de desarrollo del
embrión. La implantación (sin duda una etapa importante en este proceso, pero
una etapa más) se produce entre el quinto y el noveno día después de la
fertilización. A este evento del desarrollo embrionario y de la maduración de
endometrio, se lo llama sincronización y es un proceso natural in vivo, porque
ambos factores se dan bajo los efectos de las mismas hormonas.
El
levonorgestrel (droga especialmente usada para la píldora de la que hablamos)
altera la receptividad del endometrio impidiendo que el embrión siga su
desarrollo y pueda implantarse, ya que a la mucosa uterina, se la altera de
forma tal que le faltan vasos sanguíneos, consistencia (esponjosa) y espesor.
Así, el "terreno" no es apto y la implantación no es exitosa lo que provoca la
muerte del embrión. Esta es entonces la acción abortiva del levonorgestrel que
por lo precoz de la misma, seguramente pasará inadvertida a la
madre.
Finalmente,
en otras palabras:
Si
todavía la mujer no ha ovulado al momento de ingerir la droga, ésta podría
detener el proceso de maduración del óvulo y no habrá
fecundación.
Si la
mujer está en la ovulación o muy próxima a la misma y, efectivamente se produce
la fecundación, la droga actúa sobre el endometrio no permitiendo que se
desarrolle, que se ponga en condiciones para que se implante el embrión,
produciéndose un aborto precoz, como queda dicho.
B) Desde
el punto de vista antropológico: es obvio que la mujer que busca esta droga
tiene la clara intención de eliminar e interrumpir consecuencias naturales del
acto sexual: la procreación, en general y el procreado, en particular. Tanto la
filosofía como la teología, sobre la base de un análisis biológico completo,
afirman que el embrión humano vivo (formado a partir de la unión de los gametos)
es un sujeto humano, existente, con una identidad bien definida, el cual
comienza desde ese momento, a actualizar su propio desarrollo, en forma
coordinada, continua y gradual; de modo tal que nunca es una simple masa de
células sino, siempre, un sujeto. Como tal, tiene derecho a su propia vida y en
consecuencia, cualquier intervención que no sea a su favor, viola su derecho a
la vida. Ningún fin, incluso supuestamente considerado bueno, puede justificar
una intervención que produzca la muerte y eliminación de un ser humano. Un fin
bueno, no hace buena una acción en sí mala.
Desde la
Bioética personalista, proponemos la superación de ciertas ambigüedades que nos
presenta el paradigma de una autonomía
descontextualizada. Estamos frente a
una antigua dinámica por la cual se quiere interrumpir la continuidad o
correlación de los valores y las
virtudes correspondientes a la vida humana.
Desarticular la unidad esencial de la persona humana, nos lleva a una dualidad
desintegradora incompatible con dicha vida.
C) Desde
el punto de vista del derecho: como justamente, hace pocos días, afirmaba la
internacionalmente reconocida Pontificia Academia para la Vida, la misma
historia de los pueblos ha mostrado, que las exigencias que surgen de la ley
moral natural -como la dignidad de la persona y su inviolable e innegociable
derecho a la vida- necesitan ser reconocidas y tuteladas por el derecho
positivo. Por lo tanto, podemos hablar de "derecho natural", con sus
codificaciones legislativas, reafirmando que sus fundamentos no residen en el
mero acto de la voluntad humana, sino en la misma naturaleza y dignidad de la
persona. Es por esta razón que en la historia del derecho, la dignidad de la
persona y el derecho a la vida, siempre han sido cuidados especialmente de la
arbitrariedad de cualquier pacto social o del consenso de la
mayoría.
No
desconocemos que en nuestros días, existe una cierta tendencia en algunos grupos
sociales que, exasperando la reivindicación de las libertades
personales
individuales, pretenden que surja en la conciencia colectiva, una mentalidad
relativista donde nazca la exigencia a que el Estado deba garantizar y permitir
prácticas y atentados contra la vida humana, especialmente cuando ésta es más
débil, frágil y necesitada.
Por esto,
unidos a muchas otras voces que reconocen, científica y éticamente el derecho a
la vida como un derecho primario, el Instituto de Bioética, pide a las personas
del derecho y a los legisladores, que elaboren dictámenes y normas jurídicas
acordes a la verdad del Hombre (varón y mujer) y en tutela de su Libertad, que
no puede existir si no se respeta toda vida y toda la vida.
En estos
momentos tan difíciles y penosos que estamos viviendo, no podemos olvidar la
importancia impostergable de crecer en una Cultura de la Vida, en la
instauración del verdadero bien de la persona y en la construcción de un nuevo
orden social, justo y pacífico. Debemos retornar a las raíces profundas de la
dignidad humana y de su verdadero bien, apoyándonos en lo que el Hombre tiene
como esencial e indeclinable, para alentar un diálogo profundo con los Hombres
(varones y mujeres) de todas las culturas, en vistas a una sociedad inspirada en
los valores de la justicia y de la fraternidad.
El uso y
comercialización de "la píldora del día después" implica no sólo una práctica
que pone en peligro la tutela de la vida, sino introducir un nuevo factor de
injusticia y de retraso en el verdadero camino hacia la
libertad.